Si lo llaman por teléfono para avisarle que ha sonado la alarma de su casa o empresa, pasan a lo menos dos cosas que seguro lo van a estresar: debe dejar lo que está haciendo, recordar si dejó todo bien cerrado y una clave, para después confirmar personalmente de qué se trató.
Hágase un auto exámen ¿Usted cree aún que cuando suena una sirena, se trata de un ladrón que entró a la propiedad de su vecino? Dos, irá usted a verificar cuando su alarma suene si usted está a una hora del lugar de los hechos?
En Chile sabemos de las falsas alarmas que sufren a diario Carabineros de Chile y Bomberos. Los costos asociados que implica todo el despliegue de personal para constatar los hechos, como el tiempo y espacio que se pierde para atender casos verídicos, son multimillonarios. Por lo anterior hoy en día existen campañas que apelan al criterio de los ciudadanos. Según datos manejados por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), entre el 2001 y el 2003, casi el 100% de las activaciones de alarma fueron falsas alertas y sólo en el 2003, el Estado gastó 700 millones de pesos en ellas.
En el sector privado donde las empresas de vigilancia son las reinas de la alarma, las pérdidas asociadas son tanto o más abultadas si sumamos los costos de la empresa, el cliente, el impacto en vecinos y pérdida de credibilidad del mercado y de los mismos delincuentes en la efectividad de estos sistemas.
Pérdida de tiempo, malos ratos, gastos en celular y traslados son algunos de los efectos que sufren las personas por las falsas alarmas de las empresas de vigilancia. Del total de casos en los que suena una alarma en Santiago, cerca de un 90 % corresponden a errores técnicos, mascotas circulando al interior del inmueble o ventanas mal cerradas.
Las falsas alarmas y el efecto dominó
Los vecinos están en la primera fila de los afectados por este hecho. Son muchos los vecinos y no los dueños de la empresa o vivienda los que son despertados de madrugada por una sirena y sufren con una contaminación acústica cada vez mayor.
Stepanhy Valdivieso, secretaria de una editorial cuenta que al abrir la empresa y cometer algún error en digitar la clave o demora en la desactivación de la alarma, inmediatamente debe correr a buscar su libreta de notas, puesto que sabe que sonará también el teléfono. Se trata de la misma empresa de seguridad que le preguntará un código de identificación. En las horas siguientes, vendrá un vehículo de la misma empresa a preguntarle si está todo bien. Esta falsa alarma, además de provocar todos los malestares ya mencionados, claramente muestra de que los sistemas disponibles hasta ahora en el mercado, no evitarían un robo.
Las alarmas sonando en la ciudad son tan frecuentes que los habitantes ya acostumbrados a su sonido incesante, no se molestan siquiera en ver si realmente ésta vez se trata del ingreso de delincuentes en alguna de las casas alrededor. Mientras tanto, municipios como empresas y particulares invierten más y más en seguridad, han hecho que el mercado de la seguridad privada crezca desde un 8 a un 20% en los últimos años.
domingo, 2 de noviembre de 2008
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